Aunque la base de la terapia Gestalt se experimenta en el presente, puede resultar sumamente útil y esclarecedor acompañarla de reojo con este conocimiento sobre el carácter para que sea la propia persona quien, en su día a día, pueda reconocerse y evitar su sufrimiento por sí misma.
El Eneagrama de la personalidad puede ayudar el identificar más rápidamente las razones profundas del sufrimiento, y así permite centrar la terapia y le da una línea a seguir. De esta manera podemos proponer las acciones terapéuticas más sanadoras en función de cada carácter.
Si conocerse a uno mismo/a es el viaje más apasionante, el Eneagrama es el mapa que nos orienta en ese viaje, facilitándonos un atajo que nos permita llegar más rápidamente a la Esencia de nuestro ser dejando el Ego por el camino.
Si iniciamos el viaje comprometidos con nosotros mismos, abiertos y dispuestos a auto observarnos, podremos reconocernos en uno de los estilos de carácter o eneatipos; el camino quizá nos cause dolor pero también nos hará disfrutar de una vida más clara, sana, y responsable que enriquecerá nuestras relaciones, tornándose una experiencia de crecimiento y transformación personal.
Aceptar que nuestro Ego es así nos libera y nos da la opción de mirar nuestra Esencia y reconocerla, saber que en ella, en nosotros mismos, está todo el potencial que necesitamos para sanar aunque temporalmente necesitemos de ayuda y apoyo.
ENEATIPOS
El Eneagrama de la Personalidad describe nueve tipos básicos de personalidad humana que se subdividen cada uno de ellos en tres, totalizando 27 tipos de carácter.
Los nueves tipos básicos se denominan bajo un número del 1 al 9 y se agrupan en torno a tres centros motores :
-Emocionales (tipos 2,3 y 4)
–Intelectuales (tipos 5,6 y 7)
– Instintivos (tipos 8,9 y 1).
A su vez cada unos de esos tipos se subdivide en tres a partir de la Teoría de los Instintos, los que condiciona la respuesta humana según este sea preferentemente de conservación o supervivencia, social o pertenencia, y sexual o de unión a la pareja.
CARÁCTER y EGO
Es importante entender previamente la escisión fundamental del ser humano, la división entre Esencia y Ego en la persona.
Partiendo de la comprensión del Ser Humano como energía encarnada, como manifestación de la Energía Universal que se hace aparente en el mundo fenomenológico y sensible, esa es la Esencia de nuestro Ser, nuestra Esencia Espiritual.
Todo el proceso evolutivo, desde nuestra vida intrauterina, y sobre todo a partir del nacimiento, es un tránsito hacia un ser con capacidad de percepción sensorial y a su vez una separación de nuestra identidad original. La dolorosa travesía hacia la maduración y la individualización, pasando por la desconexión de nuestra esencia permanece en la experiencia de vacío, falsedad y anhelo por lo perdido.
Intentamos llenar ese vacío existencial en el que quedamos elaborando una pseudoidentidad a través de identificarnos con una imagen deseada de lo que debemos ser para ser acogidos, y que ya se empieza a fraguar desde el medio en que nacemos. Ese proceso de desarrollo de esta identificación substitutoria de la genuina identidad se cristaliza en la función defensiva y relacional que conocemos como Carácter. Las manifestaciones del carácter se dan a nivel energético, corporal, emocional e intelectual.
Digamos que siendo niños/as, durante nuestra infancia, partimos con una serie de Virtudes inherentes a nuestra Esencia: la Inocencia, la Curiosidad, el Amor, la Generosidad, la Espontaneidad, la Libertad del Ser, entre otras. A lo largo de nuestra vida, estas Virtudes, esta Esencia está presente formando parte de nuestro potencial.
Del mismo modo, en nuestra infancia experimentamos la necesidad de ser queridos y aceptados para sobrevivir, necesitamos el Amor incondicional de nuestros Padres y personas de referencia. Que nos acepten tal y como somos, que acepten nuestra Esencia.
Por sus propias limitaciones, estas personas nos dan un amor “condicionado” haciéndonos creer que tal y como somos en esencia, no podemos ser queridos ni sobrevivir, tenemos que adaptarnos, olvidarnos de cómo somos y crear un personaje que se ajuste a lo que se espera de nosotros. A este personaje lo llamamos Ego.
A medida que crecemos se va desarrollando y formando el Ego como estructura de carácter, se instala en nuestro interior oscureciendo nuestra Esencia. Nos hace olvidar de quien en realidad somos.
El Ego nos hace actuar de una manera automática e inconsciente, nos limita causándonos insatisfacción y sufrimiento. Hace olvidarnos de nuestras necesidades y deseos reales sustituyéndolos por otros falsos y neuróticos. Hace alejarnos de la realidad e interpretarla de manera rígida e inmóvil. Empobrece nuestras relaciones y nuestras vivencias haciéndonos repetir patrones de comportamiento, atrapándonos y entorpeciéndonos, causándonos infelicidad.
Como dice Claudio Naranjo, el Ego es nuestra neurosis.
El Eneagramaes la descripción de un abanico de Egos posibles. Cada eneatipo ha ido edificando su estructura caracterial entorno a tres aspectos:
1-Un motivo para vivir erróneo, profundo y oculto al que llama Pasión. Es la pasión dominante sobre el que construimos nuestro entramado.
2-Un conjunto de creencias, valores e ideas fijas, que sustentan esa pasión. una construcción de cómo la persona ha de ser y estar en el mundo a las que llama Fijaciones cognitivas o ideas locas.
3-Y por último, una serie de Conductas automáticas, comportamientos descentrados y maneras de hacer compulsivas consecuentes con todo lo anterior.
La Psicología del carácter de Reich se enraíza profundamente con el eneagrama , ya que ayuda a comprender mejor en qué etapas de nuestro desarrollo de niño/a se comienzan a experimentar los escenarios de déficit de amor y atención parental de modo que , desde el nivel de desarrollo sensitivo y cognitivo de cada etapa (preoral, oral, fálica,..) en que se encuentre, se pre-establecen las primeras estrategias internas de adaptación que desencadenarán en la formación del carácter.
Aunque se suele decir que en mayor o menor medida todos tenemos carencias en la mayor parte de etapas de formación de la personalidad, es cierto que dependiendo de la etapa donde se ancle con más intensidad la experiencia de carencia afectiva, nos acercará más a un eneatipo que a otros.