Vivimos sin consciencia corporal. El cuerpo, como base física de nuestra existencia es un milagro, y algo a celebrar. No solo eso: poner consciencia en lo que sucede en él, alejándonos de la mente, potencia enormemente a experiencia de lo corporal y nos abre lugares que a veces ni siquiera hubiéramos sospechado. Eso ya de por si genera sensaciones de alegría y placer.
Vivir conectado al cuerpo, es importante para reconocer las necesidades que surgen de él y poder satisfacerlas sanamente. Las energías emocionales que circulan en nuestro ser, tienen base organísmica corporal. Facilitar el flujo sano de ellas tiene muchas veces que ver con desbloquear aquellas partes de nosotros mismos que nos autolimitan, normalmente en base a un introyecto o juicio mental, y en determinados casos, a experiencias previas desagradables. Liberar esa energía, ponerla en su sitio, de manera natural, es esencial para una vida equilibrada.
Reconocer y aceptar mi cuerpo (muchas veces estamos en lucha con él). El primer paso será ver qué exigencias y limites me autoimpongo en mi relación con mi cuerpo, que me impiden liberar mi energía corporal. Quitar esa carga de él ya es fuente de agradecimiento y liberación. Conectar con esa alegría para disfrutar de él, y prepararte para entregarlo generosamente en el contacto con el otro.
Exprésate y Conéctate con tu cuerpo
En el cuerpo sucede todo. Ahí está también el límite, tu separación con el mundo exterior, con el otro. Si lo mantenemos en actitud defensiva, como una barrera tensionada, solo expresarás miedo o rabia. Si lo llevas poco a poco a la confianza, curiosidad , exploración y encuentro con el exterior te abrirás a la experiencia de enriquecimiento y conexión..darás espacio a la ternura y la alegría.
Reconocer en ti de manera natural la necesidad de amar y ser amado, tal cual eres. Ser consciente de que necesitas al otro para expresar ese amor. Y que el cuerpo es la base sensorial del contacto..en un encuentro donde se atraen y juntan dos cuerpos primero, y donde se reconocen dos almas después, que se fusionan en una sola en un acto sublime de conexión, alegría, agradecimiento y generosidad.
La propuesta consiste en trabajar primero tu relación con tu cuerpo, reconocerlo, dejar de pelearte con él, e intentar llevarla a una reconciliación placentera y liberadora. Luego, expandir esa relación hacia el contacto exterior, en los tres planos de: ternura, sensualidad y genitalidad. Pondremos conciencia y atención en reconocer en cada momento la necesidad de contacto, sin reprimirla. Observar la seducción, qué te pasa en ella y como la manejas. Poner atención en los límites y miedos, actualizarlos si te valen o no. Observar cómo te energetizas en la excitación y donde te lleva. Y ver qué elementos te pueden impedir llegar al contacto. Que expectativas tienes del contacto..como contactas, dónde pones la atención (respiración, piel..) y qué te pasa después, como te retiras.