Hoy es un día señalado. El día de Reyes. Pocas cosas han sido tan bien preservadas por la comunidad occidental como la magia de esta noche. De una manera casi instintiva y transmitida de generación en generación, tod@s participamos o hemos participado de esta «ilusión» en mayúsculas. Tod@s hemos entendido de una manera u otra que no hay nada más puro y gozoso que la ilusión de una niña en espera de la magia y la alegría de cumplir sus sueños en forma de juguetes y regalos. Esa niña, que trasciende todo conflicto de su vida real en un instante de magia que le conecta con nuestra raíz amorosa más profunda.
Esa niña sigue en nosotr@s.
Sigue anhelando esa magia, esa conexión con su ser de luz, espléndida, amorosa.
Hoy también es el día, donde en algún momento, tarde o temprano esa niña descubre la verdad. Es seguramente la primera vez donde esa niña se enfrenta a la primera gran bofetada de realismo: se nos desmonta el sueño del mundo tal cual nos han vendido.. irreal en cuanto a la forma (todo es un montaje social) , real en cuanto al fondo (la magia que se intenta transmitir existe, en los padres y madres, en l@s hj@s).
Si miramos hacia atrás, podemos identificar otros mitos que cumplen esa misma doble función: cohesionar la comunidad humana, de manera que se pueda ordenar o controlar, para organizar una compleja sociedad de millones de seres, y por otro lado, ilusionar y generar magia, como motor de nuestra existencia en nuestro día a día.
Podemos hablar de las celebraciones de Navidad en los mismos términos mágicos, o de la noche de fin de año.. Y bajando un poco a tierra, las vacaciones de Semana Santa, las vacaciones de Verano, los fines de semana, los puentes, las fiestas patronales…todo aquello que genera ilusión y mantiene en pie nuestra necesidad de magia, de proyectar un sentido a nuestro futuro próximo.
En muchos casos el precio es la evasión de vivir el momento, el aquí y ahora, presentes y con lo que hay.
En estos tiempos de pandemia, se ha puesto verdaderamente a prueba la coherencia de estos mensajes de «sociabilización global», de interés común, de confianza en la comunidad como una verdad en sí misma, como algo que no se cuestiona y que nos protege a tod@s.
Y hemos visto de todo: junto a un extenuante esfuerzo político y mediático por preservar la salud y la economía, donde sí hemos sentido una cierta sensibilidad, solidaridad y cohesión social, una pertenencia a un ente global común que nos ha tranquilizado, hemos asistido incrédulos a otras actitudes partidistas o personalistas utilizando todo esto como un juego de poder, una vez más, dejando entrever que detrás de este entramado de sueño social lo que hay verdaderamente es un conglomerado caótico de control del poder ejercido por personas individuales, miedosas y manipuladoras que siguen apostando por el dinero y ego como paradigma de existencia exitosa.
Del mismo modo, ¿Quien no ha sentido en algún momento que podía saltarse individualmente las normas restrictivas de confinamiento y movilidad social porque necesitaba airearse, evadirse, socializarse?
Muchos lo hemos pensado, intentado o hecho. La hipocresía resultante no es más que el choque natural entre el sueño individual y el social. Así, sin filtros..
El orden político social es un sueño colectivo..quizás el menos malo como modo de organización, quien sabe..pero la ética que se nos ha vendido como incuestionable lo es simplemente porque funciona, no porque sea verdadera.
Y fluyendo en este sentido, me viene, aunque sea un giro un tanto brusco otro de los grandes sueños de la humanidad: el Amor.
Ese Amor, en mayúsculas, que se nos ha vendido desde pequeñ@s..el amor social, el amor que solo puede ser verdadero cuando perdura, se sostiene contra viento y marea, y solo es validado en forma de pareja , que establece la base del equilibrio social basado en la unidad celular familiar. Ese amor, que interesa socialmente porque afianza las estructuras del sueño social.
Un modelo de amor que nos hace infelices cuando descubrimos que es cambiante, torpe, caprichoso, infiel y voluble.. cuando ya no encaja en el modelo social y nos hace sentir fracasad@s por sentirlo así. Solo una actitud férrea, disciplinada, obediente, castradora y ciega nos mantendrá en el sueño del amor social por no enfrentarnos a la realidad del anhelo individual. Durante mucho tiempo así ha sido por convenios sociales y ha hecho a mucha gente infeliz.
El sueño del Amor es otro sueño social que nos mueve, a veces de manera compulsiva, a encontrar a la persona adecuada que nos complete como pareja y nos haga (ella) sentir felices. Afortunadamente, ya desde la libertad de elección actual, el que no se conforma..se permite buscar..y tropieza..una vez detrás de otra, intentando inconscientemente de repetir este modelo de relación donde una persona «haga» feliz a la otra en forma de pareja estable y definitiva, que es lo que nos han enseñado.
Esto, lamentable o afortunadamente, no es así. El amor reside en un@ mism@ y fluirá de manera natural allí donde lo abras y lo dejes fluir, donde pongas tu foco. No importa la forma, ni con quien, ni el tiempo, eso solo le importa al sueño social: Es cambiante y caprichoso, y solo así es puro..
No nos peleemos con ello, solo dejémonos llevar
«Somos hojas, no somos el viento «

Seamos conscientes de esto, independientemente de nuestra vocación social, allí , en la frontera de nuestra piel, donde se produce la experiencia, el contacto y la nutrición de nuestro ser, somos seres individuales, raros, y por ello preciosos y únicos, y nos debemos a nuestra propia vocación individual. Que no nos despiste el sueño social.
Es la magia de nuestra propia esencia amorosa la misma que fluye libre en la noche de reyes.